Sociólogo Rafael Acuña

lunes, 1 de mayo de 2017

EL TRABAJO SIGUE SIENDO EL PADRE Y LA TIERRA LA MADRE

              Normalmente cuando hablamos de trabajador la gente se imagina al obrero la fábrica o a alguien que hace algún trabajo manual donde no se requiere utilizar altos grados de conocimiento intelectual. Al trabajo se le ha menospreciado durante toda la historia de las sociedades de clases, organizadas por élites para beneficio de ellas. El trabajo en las sociedades de clases siempre ha estado sometido al servicio y beneficio de altas jerarquías de élites en el poder. Esto no solo ocurre en la sociedad capitalista, donde el trabajo es sometido a la acumulación de capital que realiza el capitalista, por medio de la explotación de plus trabajo que se le arrebata a los trabajadores, no, esto ha sucedido en todas las sociedades organizadas sobre la base de la explotación de una clase por otra.

Pero trabajador no es solo aquel que hace trabajo de poca actividad intelectual. Al final casi todos somos trabajadores. Todo aquel que contribuye a la transformación de la materia por medio del trabajo intelectual o manual es trabajador. El trabajo intelectual y el manual en síntesis es trabajo simple. La utilización de la corporeidad, el desgaste de energía humana en función de contribuir a transformar la materia en un objeto útil es: trabajo, creador, transformador, pero hay dentro de las sociedades de clases individuos que trabajan única y exclusivamente para aprovechar el fruto del trabajo de todos los seres humanos y para esto crean falsas conciencia ideológicas, formas de organización productiva, formas de propiedad, estructuras legales y de organización del estado que les permite que el beneficio y goce del trabajo de todos sea para unos pocos. Llegando incluso a convertir al trabajo en una fuerza de opresión y no de liberación. La ideología juega un papel importante, esta hace ver que el oprimido y el opresor acepten la sociedad tal cual como es.

Desde tiempos antiguos a la tierra se le consideraba la madre de la riqueza de la sociedad, sobre el trabajo se decía que era el padre. La tierra la madre y el trabajo el padre. Desde que las sociedades se dividieron en clases a la madre y al padre, tierra y trabajo, fueron subordinadas a los intereses de las minorías. Las élites expropiaron a sangre y fuego la tierra y el trabajo para ser ellos los únicos que tiene derecho al goce de la madre y el padre, es decir, de la tierra y el trabajo. Nos hicieron creer que esto es algo natural, que la sociedad está organizada de esta manera y que el ser humano por instinto animal y natural se le dio la capacidad, por la creación divina, de egoísmo, envidia, competencia, lo que hace querer ser propietario y explotador, por eso siempre ha existido y debe de existir la expropiación de la tierra y el trabajo, y su detención solo debe estar en manos de unos pocos. La tierra es un derecho divino de las minorías y la explotación del trabajo es una condición natural. Los seres humanos están hechos unos más fuertes y otros más débiles y por lo tanto el más fuerte y más capaz tiene el derecho divino y natural de someter y oprimir a los más débiles y menos actos. Teoría que fue sistematizada en la fórmula la supremacía del más fuertes sobre el débil de la selección natural. Argumento que incluso sirve de sustento ideológico para una ideología extrema del capitalismo como lo es el fascismo. 

¿Si el trabajo y la tierra son tan importantes y son los elementos de desarrollo, progreso, libertad, plenitud, entre otros, del ser humano, porque entonces este ha estado sometido?  Se ha privado a todos y solo una minoría tiene derecho a gozar de sus beneficios. ¿Porque tiene que ser esto así? ¿Porque una minoría tiene que expropiar a la gran mayoría de la propiedad? ¿Porque tiene que existir a juro una minoría exploradora del trabajo de todos? Sera posible que la sociedad se pueda organizar sin que una minoría prive a la mayoría de los seres humanos de la propiedad y le explote su trabajo?

En el desarrollo del pensamiento y del conocimiento humano se ha demostrado que si es posible terminar con la privación​ de la propiedad y con la explotación del trabajo de las grandes mayorías de seres humanos. El pensamiento socialista y marxista han dado grandes aportes en esta dirección. La gran pregunta es: ¿si los seres humanos hemos logrado todo lo que hemos hecho hasta ahora teniendo al trabajo y a la tierra privados y explotados imaginemos a donde puede llegar la humanidad si el trabajo y la tierra llegarán a ser liberados? Cuando esto se logré el ser humano llegara a niveles insospechados de riquezas social y humana. La sociedad podrá escribir en su historia la consolidación de la verdadera paz, del verdadero vivir humano. El capitalismo y las sociedades de clases serán recordados con la infancia infame, oscura y precaria del ser humano.

Los primeros de mayo no deben ser fechas para festejar el trabajo oprimido y alienado. No deben ser jornadas para festejar la privación de la tierra a todo el resto de la humanidad y que esto sea en beneficio de una minoría elitista. Ni tampoco deben ser jornadas para defender gobiernos que, como lobos disfrazados de ovejas, a nombre de la libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad usen al estado para que la minoría perpetúe su dominio fundamentado en la privación y explotación.

Los primeros de mayor deben ser jornadas para enaltecer el sacrificio de trabajadores que han luchado por la emancipación de la tierra y del trabajo. Cómo lo fueron los mártires de Chicago, los comuneros franceses, los pobladores originarios de América que fueron diezmados y asesinado por las monarquías europeas. Los 20 millones de soldados que defendieron la construcción del socialismo en Rusia contra el capitalismo fascista. En fin, debe ser una jornada para rendirle honores a todos los seres humanos, que sin medir sacrificio, has puesto todo su trabajo a la orden de la liberación de este y de la privación a los seres humanos de la propiedad. Pero no puede haber mejor homenaje que sigamos su lucha, su legado, con convicción, heroísmo, determinación, sagacidad, fortaleza, pasión y amor. Sigamos la lucha de todos ellos y logremos construir una sociedad sin trabajo explotado ni alienado, sin monopolio de la propiedad. Liberemos al padre y a la madre y dejemosle a las futuras generaciones un mundo mejor. Tenemos que seguir organizando al trabajo para su liberación y la supresión de sus opresores. Dando la batalla en lo global y lo cotidiano, en lo ideológico, político, organizativo y económico. El mejor trabajo que podemos hacer es trabajar para liberanos de las cadenas que nos someten y oprimen.  

Lic. En Sociología
Rafael Acuña

rafaelrojoxxi@yahoo.com.ve

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