Las elecciones del 6 de diciembre del presente año son un gran desafío para los venezolanos. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, es la elección más difícil que tenemos en muchos años de vida republicana. Un sinfín de adversidades sociales, políticas, económicas, internacionales, un Consejo Nacional Electoral (CNE) que pondrá cuanta traba exista para favorecer al Partido de gobierno (PSUV). El sistema de justicia, tan parcializado como el CNE, ejerciendo maniobras jurídicas, sin fundamento legal, para colocar directivas en los partidos, violando la soberanía de estos, establecida en la misma constitución. Represión desmedida, violación de derechos humanos, contra quien amenace su estadía en el poder no tiene límites. Todos estos elementos crean un panorama poco alentador, lleno de grandes confusiones e incertidumbres.
En Venezuela los principios políticos y doctrinas has desaparecido, siendo sustituidos por un pragmatismo que raya en lo obsceno. Las alianzas políticas y la política per se no están sustentadas en proyectos concretos, que abracen los sueños y aspiraciones del pueblo venezolano en general. Por el contrario, nos encontramos con un corolario de intereses particulares que se imponen a costa de lo que sea conveniente para ellos en el momento. Estamos viviendo la política de la tarea inmediata y de resolver la sobre-vivencia en la crisis que atravesamos. Los debates políticos de altura, en el seno de la sociedad venezolana parecieran ser historia. Los proyectos históricos de largo aliento perdieron vigencia. Por otro lado, el pueblo no pierde la esperanza de que nazca un nuevo mesías, cuestión poco probable, que venga del exterior o que sea oriundo de nuestra tierra, que llene el vacío que actualmente tiene el quehacer político venezolano.
Actualmente en el país hay planteamientos políticos prácticos muy claros: “los que llaman a la abstención y los que plantean ir a elecciones”. Los que plantean no ir a elecciones parecieran ubicarse en la posición más radical y extrema. Mientras los que participan para enfrentar a la elite de Maduro en el poder, parecieran querer legitimar a Maduro y son unos entreguistas de las luchas. Pero es todo lo contrario, no todo lo que brilla es oro. La posición que nos exhorta a abstenernos lamentablemente no tiene una postura a corto y mediano plazo que cristalice una alternativa contra Maduro, es decir, su planteamiento se acoge a una esperanza irreal y fatídica, que se centra en el avenimiento de un salvador del extranjero y nos ayude a salir de las tinieblas en la que nos encontramos. Por tanto, esta es una postura que se acerca a un planteamiento guerrerista, poco factible, que está muy alejado de la idiosincrasia del pueblo venezolano y de la realidad internacional. Someter al pueblo venezolano a una guerra implicaría más sufrimiento y dolor del que ya tenemos. Aunque no puedo negar que la situación en la que nos encontramos es peor que la que pueda atravesar un pueblo en guerra. Cuando los venezolanos hicimos la guerra al imperio español, la situación económica y política del país no era tan crítica como la que tenemos en la actualidad, creo que ningún país en guerra ha pasado por lo que estamos pasando los venezolanos. Ningún país en guerra, de la historia reciente de la humanidad, con bloqueos más duros, rígidos e implacables que el impuesto a los venezolanos, ha caído en un foso tan profundo y oscuro como en el que estamos. En tal sentido, la opción de la abstención no clarifica el camino que debe seguir el pueblo venezolano. Más bien lo oscurece, porque “mantiene a Maduro en el poder”, y hacer eso es contribuir a que el país se siga desangrando, aunque debo admitir que estamos casi secos, no nos queda mucha sangre. Por tal motivo, esta posición hace aguas y se pone del lado de Maduro, porque le entregaría en bandeja de plata la Asamblea Nacional (AN). Dicen por allí: "los extremos, en muchas ocasiones, se tocan y se complementan", y pareciera que abstenerse es el complemento que Maduro necesita para seguir centralizando poder y mantenerse en él.
Sin embargo, la postura que plantea una alternativa de participar en las elecciones parecerá ser más lógica y ajustada a lo que somos como pueblo venezolano. En primer lugar, es una posición que se aleja de la guerra, no es una solución con más problemas tras de sí, al contrario, se clarifica como una salida más real, que garantiza salir de Maduro en medio de un proceso pacífico, sin derramamiento de sangre y sin peores sufrimientos. Esta propuesta pareciera ser conservadora, pero en su desenvolvimiento practico en el tiempo, si le sabemos dar contenido, se convertirá en una propuesta radical, porque plantea ir a la raíz del problema, que es colocar a una persona responsable en Miraflores que dirija el país a puerto seguro.
Sabemos que la elite madurista se está preparando para resistir contra quien amenace, por cualquier vía, su estadía en el poder. Pero una salida pacífica y democrática sería lo factible, lo mejor para el pueblo venezolano. Votar en las elecciones a la AN contra maduro no garantiza su salida de Miraflores, por el momento, pero sí obstaculizará su posicionamiento absoluto del poder. La pérdida de Maduro, hace cinco (5) años, de la Asamblea Nacional, fue un golpe fuerte que obligó a esa elite a utilizar un recuso político que les permitiera manipular a su favor la crisis institucional. El golpe dado cuando se le ganó la Asamblea Nacional fue tan fuerte que lo obligó a romper el hilo constitucional, convocando una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que sustituiría, eventualmente, todos los poderes y para legislar ejecutivamente, es decir, gobernar vía decreto presidencial y constituyente, por tanto, esta tenia más un aire de maniobra política, que de redactar una nueva constitución. A las pruebas me remito, tiene 5 años en ejercicio y ni una sola coma se ha puesto para presentar al país la supuesta constitución comunal. La tesis de la asamblea constituyente era un espacio totalitario y de concentración de poder que se ha reafirmado con el paso del tiempo. Maduro ha logrado maniobrar acertadamente para mantenerse en el poder. Su fin de mantener el poder para enriquecer a una elite rapaz y carroñera hasta ahora ha funcionado. Si nos abstenemos lo que hacernos será, pareciera contradictorio, pero es así, afianzarlo en el poder. Hasta ahora Rusia y China en defensa de los intereses de sus países, han venido dando legitimidad internacional al gobierno de Maduro, este apoyo se mantendrá, con un discurso seudo-legítimo, si no vamos a elecciones; pero si vamos a elecciones podemos quebrantar este discurso y la arena política nacional e internacional daría un giro. Esta legitimidad se verá reafirmada si se mantiene en el poder ganando las elecciones, así estas sean un parapeto, como pasó con la constituyente, lavó la cara a un golpe de Estado dado al poder legislativo, que fue electo por el pueblo. Si Maduro gana las elecciones profundizará un poder totalitario, controlando aun más todos los poderes y le daría a sus aliados internacionales el discurso para enfrentar a los países que desconocen a Maduro. Sin embargo, las elecciones se presentan como un espacio que puede agrietar la unidad monolítica y absoluta que tiene la elite madurista. La nueva AN que sea contraposición a la elite madurista, puede quebrar la unidad monolítica, establecería un espacio “serio” para la denuncia de violaciones de los derechos humanos, para la crisis que vive el país... debemos convertir la AN en un espacio de lucha y debate político con propuestas y soluciones contra la minoría madurista. Un espacio de lucha nacional e internacional.
Sabemos que Maduro pondrá muchos obstáculos a las organizaciones políticas que quieran participar. Procurará lo imposible para ganar la AN, él sabe que esta elección puede definir el destino del país, puede definir su estadía en Miraflores. Por eso obliga a sus adversarios a exiliarse, los inhabilita, privar de libertad, violando todos sus derechos humanos, usando el terror y el miedo como practica política común. Palpamos su desesperación cuando ordenar al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) intervenir partidos, quitarles las tarjetas y colocar directivas ad hoc; esto lo hace no sólo para buscar que un sector lo apoye, sino para dividir más a las fuerzas que se le oponen. Usando el viejo adagio maquiavelista: divide y vencerás.. Por ahora hemos caído en su juego. Por tal motivo, el pueblo venezolano en aras de abrir un nuevo camino, debe unificar esfuerzos en una nueva alternativa para el país, que sea garantía de proteger a los más desposeídos y al mismo tiempo garantizar el desarrollo económico del país; y que al mismo tiempo pueda hacer de las instituciones organismos democráticos transparentes y al servicio de los ciudadanos; que rompa también con la aniquilación de los poderes y cree una institucionalidad en la que los venezolanos podamos depositar nuestra confianza.
El pueblo debe unificar su intención de voto en una alternativa seria contra Maduro, todavía no está clara, pero será clarificada de miras a las elecciones. En tal sentido, tenemos que atinar en ir a votar por hombres y mujeres que impidan que Maduro y sus aliados se hagan nuevamente con todo el poder, que estén dispuestos a darlo todo en la arena política democrática, para que el país en un corto tiempo tenga nuevas autoridades en el ejecutivo nacional. Que esto permita y represente un nuevo amanecer. No podemos dar la AN a Maduro para que siga teniendo más poder, debemos para bien construir ese espacio de lucha, un espacio de solidaridad para todo el pueblo, donde se luche de manera determinada y vertical, sin concesiones, pero en el marco de la democracia y de la justicia.
Los nuevos diputados deben ser agentes que promuevan la unidad política contra el desastre que vive el país. Que articulen una estrategia común que nos permita ver la luz y sortee los obstáculos que Maduro nos pone en el camino. En el corto plazo tenemos una posibilidad real de que nuevas figuras asuman el liderazgo del país. La constitución de 1999 tiene los mecanismos y herramientas para un cambio de autoridades de forma pacífica y democrática, como lo es el referéndum revocatorio.
Maduro traicionó la voluntad incluso de sus votantes, y dejó a los que siempre se han opuesto perplejos y atónitos; de tal manera, es pertinente activar el mecanismo refrendario, el cual puede hacerse con cuatrocientas mil (400000) firmas a nivel nacional y con una suma superior a los dos millones (2000000) de votos se le ganaría la elección. Diputados que estén dispuestos a conducir las luchas del pueblo por estos derroteros son los que necesitamos, son los urgentes, estamos obligados a apoyarlos y votar por ellos, debemos acorazar a una mayoría de diputados que sepan atinar políticamente, que no se distraigan en cosas secundarias, que no traicionen, que entiendan que la solución que los venezolanos necesitamos pasa por cambiar las autoridades del ejecutivo, eso lo puede hacer el pueblo venezolano junto a una mayoría de diputados aguerridos y resueltos a la lucha, con un grupo de diputados que, apelando a la constitución, lleven la lucha del pueblo venezolano a feliz término. Por eso estamos obligados a votar, estos no son tiempos de inacción, son momento se acción práctica bien orientada y dirigida, con contenido y relatos firmes y sustentados. Dejemos en el pasado los errores, pasemos página, empecemos e escribir una nueva historia para nuestro país, el futuro está en nuestras manos, en los que estamos batallando en el país enfrentado la represión y superando adversidades; los que se han tenido que ir, también tienen que contribuir con su voto, estamos en un momento histórico fundamental, definitorio, de seguro hará parir una nueva Venezuela, la Venezuela que todos soñamos.
Excelente artículo
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